jueves, 7 de junio de 2018

UN TICKET Y SEIS HORAS PARA MEDELLÍN

Cortesía.
El presente articulo fue escrito por el estudiante chileno de intercambio, Iván Antonio Pereira Pizarro, del programa de Periodismo de la Universidad Católica del Norte, de Antofagasta, Chile. En él plasma la grata experiencia vivida durante el primer semestre del año en nuestra Facultad y la Universidad, a la que espera retornar muy pronto.

Por: Iván Pereira Pizarro.
Una calidad tarde de verano, después de seis horas de viaje en avión, pise por primera vez tierras colombianas. Desde ese momento fue amor a primera vista con esta ciudad que me ha acogido estos últimos cuatros meses. Nunca pasó por mi mente que Medellín me encantaría con sus infinitas bondades. Aún permanece en mi memoria aquél trayecto desde Rionegro a la "ciudad de la eterna primavera", acompañado por el clásico vallenato que sonaba por los parlantes del taxi, que me llevaba a mi nueva casa.
Antes de emprender esta travesía, tuve la posibilidad de conocer a un colombiano que estaba probando suerte en mi país. En una de las tantas conversaciones que tuve con aquel amigo proveniente de Cali, siempre recuerdo cuando me dijo que iba a llegar a una ciudad con una identidad muy especial y singular.
Si hay algo que me ha llamado la atención de los paisas, es la capacidad de ser madrugadores, trabajadores, simpáticos, entradores, y alegres a la misma vez, sin ninguna complicación. Por  eso creo que Antioquia puede tener un múltiples bondades turísticas y naturales, pero su mejor cualidad son todos los ciudadanos que habitan en ella.
Cuando conocí mi nueva casa de estudio, me dije internamente, que era  un agradecido de estar acá. Un afortunado porque la Universidad de Medellín reúne cierta cantidad de condiciones, que han hecho mi estadía algo muy especial.
Una de las principales virtudes que me sedujo, fue la cercanía y compromiso que tienen los docentes del programa de Comunicación y Relaciones Corporativas con cada uno de sus estudiantes. Pero no puedo dejar de olvidar a toda la gente de la División de Relaciones Internacionales, que me han entregado una hospitalidad tremenda y una amistad difícil de olvidar.
Cortesía. Con el equipo de Waterpolo UdeM. Iván es el cuarto, de izquierda a derecha.
Otra cualidad que me conquistó, fue la posibilidad de practicar el deporte que me apasiona en el mismo lugar que estudio, la oportunidad de jugar waterpolo y representar a esta querida Universidad, provocó un vínculo más estrecho entre nosotros.
Cortesía. Con la compañera de intercambio, su paisana y amiga,
 Daymelis Palacios,  "responsable de traerlo a  la UdeM"
Prácticamente me quedan un par de semanas en medallo, y no cabe duda que voy a atesorar todos los momentos que he compartido y disfrutado en esta hermosa ciudad. Recordaré a cada una de las personas que conocí y fueron parte de esta inolvidable experiencia, a mis amigos, compañeros, profesores, amigos del waterpolo y a los amables funcionarios de la Universidad.
Aún no es momento de partir, pero solo me queda por decir, muchas gracias por tanto y perdón por tan poco.



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